Colección Alicia Koplowitz
Museo de Bellas Artes de Bilbao
Grupo Omega Capital.
Del 28 de julio al 23 de octubre
Una luz con transparencia de nubes nos envuelve. El Museo de Bellas Artes de Bilbao extiende sus brazos de cristal meciéndose con ritmo de barco en ese encuentro asombroso con la belleza. Por primera vez descubrimos horizontes inéditos, maravillosos cuadros y esculturas nunca vistos en una exposición marcada por el ímpetu de la sorpresa.
No cabe duda de que Alicia Koplowitz ha formado a lo largo de las últimas décadas una de las colecciones artísticas europeas más relevantes. En esta ocasión verdaderamente única podemos contemplar noventa lienzos y esculturas desde el siglo XVl hasta el XX en una visión auténticamente cosmopolita formada por artistas españoles y extranjeros. Un inteligente planteamiento en el que ha intervenido de modo decisivo Almudena Ros de Barbero, conservadora de la colección y comisaria de la exposición.
La alternancia entre pintura y escultura y entre figuración y abstracción mantiene el necesario punto de equilibrio para conseguir que este recorrido por el mundo del arte se convierta en una experiencia vital en el diafragma de sensaciones que nos envuelven. De modo especial se ha intentado y se ha conseguido que la mujer tenga un papel determinante en esta bellísima historia, bien como protagonista de gran parte de estas obras o como su realizadora.
En este sentido entiende Alicia Koplowitz su papel:
“El coleccionista es aquella persona que trata de hacer perdurar los distintos hitos de su vida a través de los objetos que va guardando; desde las más humildes colecciones hasta las más fabulosas y deslumbrantes, pienso que todas tienen ese sentido”.
Datos de interés
El Museo de Bellas Artes de Bilbao y Petronor presentan por primera vez en nuestro país la exposición Colección Alicia Koplowitz – Grupo Omega Capital, una de las más destacadas colecciones artísticas privadas europeas.
Las 90 piezas que forman la exposición ofrecen un recorrido por la historia del arte a través de maestros de todas las épocas, en donde destacan la escuela española –Pantoja de la Cruz, Morales, Zurbarán, Arellano, Paret o Goya–, el vedutismo italiano –Guardi, Canaletto–, el posimpresionismo francés –Van Gogh, Gauguin y Toulouse-Lautrec– y el arte contemporáneo –con pinturas de Picasso, Juan Gris, Antonio López, Millares, Tàpies y Barceló, en el arte español, y de Mondrian, Modigliani, Van Dongen, Schiele, De Kooning, Fontana, Rothko, Bacon, Freud, Warhol, Twombly o Kiefer en el contexto internacional–. El capítulo contemporáneo se completa con esculturas de Gargallo, Julio González, Oteiza, Chillida, Calder, David Smith, Giacometti, Louise Bourgeois, Donald Judd o Ai Weiwei.
La exposición
Como indica el profesor Francisco Calvo Serraller el recorrido expositivo ofrece un repaso a la historia del arte occidental –que se inicia en la Antigüedad clásica y termina en nuestros días–, que no se ordena por sus principales periodos y maestros, sino a través de una selección guiada por el gusto artístico de la coleccionista.
El itinerario se divide en nueve apartados: “La persistencia del ideal clásico”, “El Siglo de las Luces”, “Vida privada, vida pública”, “París, cambio de siglo”, “Nuevos caminos en el arte de entreguerras”, “Materia, gesto, mancha”, “Figuraciones”, “Informalismos y abstracciones” y “Epílogo”.
Tomando como punto de partida la escultura grecolatina, pone de relieve un mayor interés por las épocas moderna y contemporánea y, sobre todo, por los siglos XVIII y XX. Temáticamente se aprecia una especial sensibilidad hacia la iconografía femenina, que se origina, precisamente, en la estatuaria de Afrodita y continúa, como un hilo conductor, a lo largo de las diversas épocas y géneros artísticos.
De este modo se entienden, entrando ya de lleno en el arte español de los siglos XVI y XVII, la pintura de corte de Juan Pantoja de la Cruz –Retrato de doña Ana de Velasco y Girón, duquesa de Braganza, con traje de corte– o las maternidades en clave religiosa de Luis de Morales –Virgen vestida de gitana con el Niño del aspa– y Francisco de Zurbarán –La Virgen con el Niño Jesús y san Juanito–. Dentro de la pintura del siglo XVII destaca también el género del bodegón, con el suntuoso Cestillo de flores de Juan de Arellano.
En el siglo XVIII Goya adquiere protagonismo indiscutible con cuatro obras que muestran los variados intereses del genio aragonés: la escena de bandoleros Asalto a la diligencia, la mitológica Hércules y Ónfala, el delicado Retrato de la condesa de Haro y Maja y celestina al balcón, ejemplo del casticismo goyesco. El gusto por lo popular se manifiesta también en otros pintores coetáneos y en otras derivaciones temáticas, como las escenas costumbristas de Lorenzo Tiepolo o la pintura galante de Manuel Camarón y de Luis Paret y Alcázar.
También en este mismo siglo destaca otro género, el de la pintura de vistas, que se vuelve paradigmática en la obra de los venecianos Francesco Guardi y Canaletto, topográfica en las dos panorámicas de Antonio Joli, y “ruinista” en las composiciones del francés Hubert Robert. Más original es la presencia de Pietro Antonio Rotari, que caracteriza en sus lienzos a cuatro jóvenes acentuando sus expresiones anímicas.
El siglo XIX está representado por un refinado cuadro de Raimundo de Madrazo y, sobre todo, el posimpresionismo francés con obras de Gauguin, Toulouse-Lautrec y Van Gogh; este último con una naturaleza muerta. Dentro de las primeras décadas de la vanguardia parisina y el expresionismo austriaco el fauvista Kees van Dongen, Egon Schiele y Amedeo Modigliani continúan la inclinación de la coleccionista por la representación de la figura femenina.
Con casi cincuenta piezas, el siglo XX es otro de los núcleos esenciales de la colección y constituye la mitad de la selección de las obras de esta exposición. De ellas, más de un tercio se corresponde con artistas españoles de relevancia internacional. Sobresalen pinturas de Picasso –con dos óleos y un dibujo, pero también con una pequeña escultura en metal pintado–, Juan Gris y Luis Fernández, que en parecidas fechas vivieron junto con los escultores Pablo Gargallo y Julio González la efervescencia de la vanguardia histórica en París. La obra de Julio González –una escultura en hierro forjado y su dibujo preparatorio– encuentra su relación natural en las posteriores realizaciones de Alexandre Calder y David Smith.
Ya en la década de los años cuarenta, el itinerario de la muestra resume muchas de las inquietudes del arte español de la época en las pinturas de Antonio López, Manuel Millares, Antoni Tàpies; y ya durante los años setenta en la de José María Sicilia, y en la pujante escultura vasca del periodo, magníficamente representada con obras de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Finalizando el siglo, se exponen dos cuadros de gran formato de la década de los noventa de Miquel Barceló y una escultura de Juan Muñoz del año 2000.
En el arte europeo de mediados del siglo XX la vertiente figurativa se concreta en las estilizadas esculturas de Germaine Richier y Alberto Giacometti, y en los desolados retratos de los pintores Lucian Freud y Francis Bacon. El único ejemplo de arte pop es un icónico autorretrato de Andy Warhol.
Por las mismas décadas, la pintura de Nicolas de Staël ofrece el contrapunto abstracto que, en diversos ejemplos, va trazando un camino propio en la colección: el neoplasticismo de Piet Mondrian, el espacialismo de Lucio Fontana y las expresiones en clave minimalista de Frank Stella, Donald Judd, Agnes Martin o Blinky Palermo, y la “abstracción musical” de Fausto Mellotti son ejemplos relevantes de esta expresión.
Por su parte el expresionismo norteamericano incluye nombres tan significativos como Willem de Kooning y Mark Rothko y, en la siguiente generación, Cy Twombly, que extiende su influencia hasta Anselm Kiefer.
Precisamente de Kiefer es la pintura más reciente de la colección, fechada en 2014. Otros nombres del arte más reciente como los de Louise Bourgeois o Ai Weiwei forman parte del enriquecedor epílogo de la exposición.